domingo, 29 de julio de 2007

1

Promesas de Amor...












Promesas de Amor...
Colinas de fuego
llanos y alientos abrasadores,
cimas tortuosas, senos turgentes
de hojaldre y miel transparente.

Espacios eternos
de amor sinrazón.
Sabias promesas
sobre las que desplazarse
mediante zarpazos
de lealtad ciega y suave.

Giros, quiebros, caídas...
hacia una sima sembrada
en vahídos de mágica dulzura
entrecortada e inaprensible.

Besos, como certeros
disparos al corazón.
Abrazos turbios
diseñados para sobrevivir...

Divisas de vida,
espacios fugaces,
suplicios lentos e indoloros.
Placeres finitos
con término ilícito
limitados de esfuerzo ilimitado.

Caricias insertas en galaxias
de espíritus ajenos.

Ojos, cual soles cegadores
de afecto y devastación.
Puentes tendidos, entrelazados
y sin embargo, confusos.

Tortas y tartas de capitulación;
abrazos, llantos,
desmoronamientos...
Promesas de amor.

Miradas que dictan decretos
sin miramiento
al compás de intervalos
sedientos.
Contornos de figuras torcidas
o tal vez... sublimes.
se estremecen en campos
de fango irrisorio.

Noches de estelas translúcidas
brillan carentes de estrellas
donde nunca existió
el firmamento.

Arroyos con vibración a poema
atruenan en las cortadas
repican estrofas y campanadas.

Amores, dignos o indignos
fugaces o en fuga, de acierto Divino
con cierto talante
incierto montante y apego al sosiego.

Amores, en cuyo fingido reverso
la hermosura hecha ternura
teje sin rienda y sostén
temores que disfrazan
en vanas profecías
promesas de amor...

José Fernández del Vallado. Josef. 26/2007.




1 libros abiertos:

domingo, 22 de julio de 2007

2

Sueños, Sirenas y deseos incumplidos...




Desperté al día siguiente, temprano, y al revolverme en el jergón de la cama una fina arena se escurrió entre mis brazos. Abrí los ojos despacio y no alcancé a vislumbrar los fríos límites de mi habitación. En cambio, en su lugar, descubrí un cielo azul enmarcado en una playa tropical. Percibí un suspiro profundo, sentí el aliento en mi nuca y al volverme, plácidamente recostada a mi lado, durmiendo como pudiera hacerlo en su hogar se hallaba una preciosa sirena cuya piel blanca resaltaba entre cabellos cobrizos y brillantes.
Las gafas, el tubo, las botellas de oxígeno y las aletas de caucho, estaban desparramadas a mi alrededor. Y cinco metros más abajo: terrible, gelatinoso, pero inerte; dibujando una mueca risueña con las fauces entreabiertas, lo que quedaba de un pez martillo parecía aplaudir mi insólita suerte con sorna.

Me recliné sobre las rodillas. A sólo unos pasos de distancia la superficie del mar resplandecía de un matiz azul turquesa, y unos cien metros por detrás las olas clamaban en frenética danza mortal con las afiladas rompientes. Un coro de graznidos destemplados penetró en mi sien con incisa claridad. Miré sobre mí; vi los buches escarlata de unas fragatas que con ansiedad acechaban los restos del escualo.
Lo supe de pronto, sin alterarme. Me acababa de despertar, pero en mi caso, dentro del sueño. Por lo cual, a partir de ese momento, poseía una clara ventaja. Ser consciente de que estaba soñando me permitiría hacerlo aún con mayor claridad y en la dirección en que yo deseara.

Deseé sorber el delicioso jugo de un coco, y apenas había acabado de vislumbrar semejante ilusión ya había vaciado el néctar de una pila entera de frutos. Entonces sentí hambre y deseé cocinar una ristra de lomos de emperador. Finalizaba de fraguar tal propósito y ya estaba preparando toneladas de pescado. De pronto sucedió algo; la humareda me irritaba los ojos. Deseé disponer de unos indígenas a mi cargo, y antes de finalizar el pensamiento, una tribu entera preparaba una colosal pitanza de pez vela recién capturado por mí.

Encontrándome incómodo en la playa quise tener mi propio alojamiento: Un apartamento de ciento ochenta metros cuadrados con vistas al mar me pareció lo más adecuado. No había cesado de acometer tal idea, y ya estaba situado en lo alto de un rascacielos, en el piso treinta y cinco, donde con placidez y aquiescencia divisaba la barra blanca de la playa desde mi terraza privada. Quise tener vídeo, televisor, tres autos de lujo, dos secretarias, cuatro sirvientas, mi propio centro financiero... mi ciudad junto al mar... Lo tuve todo ¡Todo! ¿Era realmente feliz? Me pregunté.

Entonces recordé un detalle; justo aquel por el cual había comenzado mi sueño. ¿Dónde estaba la preciosa sirena? Deseé tener mi sirena particular nadando en su piscina de cincuenta por doce. No había cesado de pensar cuando la recibí. Tuve la piscina y esculpida en bronce e instalada en su centro una estatua de la sirena, pero no la auténtica sirena. ¿¡Por qué!? Me pregunté descompuesto y furioso. Y antes de que hubiera resuelto el enigma la voz de mi madre me despertó con la respuesta:

- ¡Vamos Miguel! Duermes tan profundamente que incluso pareces soñar con sirenas. Pero no creo que puedas hacerlo... Según reza una leyenda, allá donde alcanza la civilización, las sirenas se extinguen y se transforman en sencillas figuras de bronce...



José Fernández del Vallado. Josef. Julio 2007.



2 libros abiertos:

viernes, 20 de julio de 2007

3

Feliz Día para vos mi amigo. Magda.



Hoy es el Día del Amigo en Argentina, y una gran amiga mía de por esos lares, poeta reconocida, me dejó esto.

Feliz Día para vos mi amigo. Magda

Besitos anticipados.

Cercana o lejana.
al norte, al sur, al este o al oeste,
o aquí, a mi lado.
No importa el lugar físico
la caricia de la amistad
me llega en palabras, en comprensión
en compañía, en solidaridad,
en abrazo compartido
y en sostén cuando se hace difícil
el camino.

A ese cariño verdadero que se elige y no se lega.
Hoy agradezco.

En los vientos huracanados.
En los volcanes desbordados.
En las lágrimas sin consuelo.
En el dolor de la vida.

En las efímeras alegrías.

En la mano que contiene.
En la palabra que calma.
En el oído que escucha.

Yo te encuentro.

Agradezco a mis amigos
La ternura.
La confianza.
La paciencia.
La defensa.
y el sostén.

Agradezco a mis amigos
Que caminen a mi lado por la vida
sin interrogantes y sin dudas.

Agradezco a mis amigos
el estar a mi lado y sobre todo
el permitirme ser su AMIGA..


FELÍZ DÍA DESDE MI CORAZÓN A TU CORAZÓN.
Magda, autora del blog: Fuego en el Viento.

3 libros abiertos:

martes, 17 de julio de 2007

3

Mis diez blog favoritos...

Idilio el blog de karol de México.

Sonido Severo el blog de Noelia de Perú

iOlaNthE el blog de Yolanda España.

Fuego en el viento el blog de Magda Argentina.

Pequenos Nadas el blog de Gui Portugal.


Macarena Henriksdatter, el blog de Macarena de chile, en Bergen Noruega.



Letras si Fronteras el blog de un grupo de chilenos que aman las letras con libertad y en libertad.



Nosotros-Somos. Nuestro blog compartido.



Mis cuentos, fotos, Recuerdos... El blog de Vivianne de Chile.




Moderato_ Josef. Hace falta adivinar de quien es jejeje... Saludos!





3 libros abiertos:

viernes, 6 de julio de 2007

7

Dos veces fue suficiente…





Dos veces fui a las Canarias y las dos escapaba de algo. La primera a Tenerife, huía de la traca final de mi unión con mi ex mujer; y fue duro sí. Pero más duro y aciago me resulta este segundo desplazamiento a Lanzarote, puesto que es un viaje a mi interior, no huyo de nadie, sino posiblemente de mí mismo.

Siento carne de gallina, tengo frío, y cualquier cosa u objeto bonito se torna monstruoso ante mis ojos abatidos.

Seis de la madrugada, tomo el avión. Los auriculares adosados a mis oídos, siempre la música: Leonard Cohen, Pretenders, Coldplay. Mi interior bulle mientras voy arrancando a trazos mi verdadera realidad, mi personalidad. El aeropuerto resulta gélido. Demasiada gente ojerosa y perdida ¿como yo? ¿Buscan tal vez un lugar en sus vidas?
Máquinas… Despiden latas de coca cola que enfrían estómagos y los gasean. Tras beber un par comienzo a sentirme volátil, perdido…

Todo discurre rápido, de pronto me hallo amordazado a una butaca. No sé porqué me pertenece, o quizá es ya lo único que me queda en este viaje hacia la nada… Dios. Ni siquiera sé qué busco. No sé por qué el billete a Lanzarote ¿por qué Puerto del Carmen...? Tal vez la entrevista o la entrevista es el pretexto…

Azafatas inquietas, recién maquilladas, tratan de esbozar falsas sonrisas de cordialidad. Algunas son hábiles, se dicen profesionales. El gimoteo de un bebé inquieta a una madre, una azafata acude en su ayuda...

Los destellos del alba acuchillan las ventanillas cual girones de piel reventada. El avión acelera con potencia insólita hasta convertirse en bólido alado, en ave metálica que contradice normas de aerodinámica.

Junto a mí se encuentra un chico joven de tez adulta, lleva un portátil y maneja unas tablas que resultan incomprensibles...

Enseguida nos hallamos sobre una alfombra de nubes blancas como algodón. El pájaro cesa de zarandearse a izquierda y derecha y se estabiliza. Entonces todo se serena y podemos estar seguros de que por una vez alcanzamos la falsa promesa de un cielo prematuro…

Aterrizaje excelente, mullido, como sobre goma espuma. Aplausos.

El avión me libera y descubro el falso esscenario al cual voy a parar. Puerto del Carmen es ya una ciudad cosmopolita: alemana, inglesa, china, italiana. ¿Y qué queda de España? Poco… nada. Menos, hallar el calor y la inocencia de un pueblo. Está enviciada, podrida: El sexo y el alcohol son sus nuevos líderes. Hay más antros de placer por metro cuadrado que bares. Pero sobre todo es ya reino del capital.

Luego el hotel, la habitación, lluvia y soledad me reciben a la vez. Entro a formar parte del carrusel de solitarios. A la noche descubro un chiringo junto a la playa, en el que me siento a tomar refrescos sin alcohol mientras reflexiono sobre cosas pasadas. Hoy ya no bebo. Dejé de hacerlo la última vez que desperté y no recordaba qué hice la noche anterior. Puedo asegurarlo. Es la sensación más estremecedora que uno pueda padecer: Perder la relación el tiempo y del lugar...

Al día siguiente, a las doce del medio día, es la entrevista.
Descubro el local donde quizás vaya a trabajar. Es amplio y está junto al mar. Me gusta pero tampoco me ilusiona. Un hombre de mandíbulas fuertes me recibe. Me observa con desgana. Me hace las tres preguntas de siempre: ¿Experiencia, edad, facilidad de movimientos? Al final alega que deberá ponerme a prueba, pero no esa semana, ya está ocupado, sino la siguiente. Por lo tanto debo volver la semana que viene. ¿Volver? Me pregunto desorientado.

Luego alquilo un coche, visito el Parque Nacional de Timanfaya. Y tras recorrer un buen trecho de hermosa luna que se instaló en la tierra, concluyo el viaje. Pues de pronto, como por sistema, halló respuesta a mi incógnita. No es en la luna donde deseo vivir el resto de mis días, donde quiero encontrar la que será mi pareja, donde pienso trabajar. Necesito regresar, volver a poner de nuevo los pies en el suelo y para ello no es preciso huir sino “afrontar” con decisión los retos de la vida.

A partir de ahí vuelvo a ser alguien.

A la mañana siguiente despierto en la ciudad. Comprometido a luchar en una larga batalla que recibe el nombre de existencia.

José Fernández del Vallado. Josef. 2007.

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