lunes, 30 de junio de 2008

13

¿Campeones?

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Increíble. El fútbol volvió a ganar en mi país España, después de 43 años. ¿Será esto una premonición sobre un futuro mejor, o que la catástrofe está más cercana?
Yo sólo pienso una cosa, es un deporte cualquiera. Claro que viendo como lo idolatra la gente, a estas alturas, el mundo tiene dos dioses: el dinero y el fútbol. ¿Y lo demás? Lo demás es otra historia.
Así que salgan a la calle métanse en su coche y hagan lo que por aquí hacen todos ahora: tocar el claxon con desenfreno y proclamar a voz en grito: ¡Somos campeones!
Pero de qué ¿de la idiotez o del desastre, de la iniquidad o el despilfarro?
Prefiero pensar una cosa y seguiré haciéndolo mientras viva: Me gustan los deportes; y el fútbol no es más que un deporte, hay cosas más importantes.

Un saludo amigos del mundo!


13 libros abiertos:

miércoles, 11 de junio de 2008

32

Lo presiento.

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Tu brillo es lo que presiento cuando las noches son claras aquí…

Tu devuelves la sensibilidad a mis encallecidas percepciones y me haces recordar que aún vivo en un mundo real donde hay elementos bellos, elementos dignos, así como también elementos aborrecibles y odiosos. Un mundo paralelo poblado de factores a tomar muy en cuenta...

Me recuerdas los ojos de la mujer que una vez amé y me amó, me recuerdas que existe vida fuera, me recuerdas que no hay porqué temer a la oscuridad, me recuerdas las tierras rojizas del desierto, me recuerdas el canto de los pájaros, me recuerdas las olas del mar resplandeciendo al atardecer, me recuerdas la perfección de la vida prevaleciendo sobre la muerte, de la ciencia sobre la enfermedad y del amor ¿y qué del amor…?

Me recuerdas dónde perdí mi amor y como de grande llegó a ser ese amor, y como de tibios y apasionados fueron nuestros besos, y como hicimos el amor durante días…

Pero también me recuerdas como fue ese último día, me recuerdas a causa de qué lo perdí, me recuerdas que desobedecí, y sobre todo me recuerdas a un esclavo indigno de amar a alguien como tú…

Y sin embargo… ¡Ven! ¿Por qué no vienes? ¿No deseas venir a por alguien que te ama? Por una vez desciende de tu altar y libérame de mis cadenas…

Estoy condenado a no salir de este oscuro pozo. Preso de las tormentas y del mal y sé que sólo tú puedes hacerlo. Aunque sea por una vez hazlo. ¡OH por Dios Luna! Desmonta de tu pedestal deja al mundo sin luz y rellena mis ojos arrancados por amar a quien estaba prohibido con un haz de luz para decirle a quien quiso robarme el amor, que puedo ver y que veré siempre con toda claridad el camino de la libertad y de la vida…

José Fernández del Vallado. Josef. Dic 2005. Arreglos junio 2008.

32 libros abiertos:

sábado, 7 de junio de 2008

20

Con todo mi amor, de tu amor…

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Hola cariño. Confieso, que no es fácil ni aún para un escritor consagrado como yo expresar desde aquí los sentimientos de belleza, calor, armonía y bienestar, que con solo pensar en ti emanan en mi interior de forma espontánea y del modo más natural que mi corazón puede percibir, fluyen hacia tu ser. Te quiero. Quizá esa expresión resuma en dos cortos vocablos muchas más percepciones de las siquiera imaginables.

Al principio y desde que llegué a la ciudad, tu ciudad, descubrirte no fue solo algo hermoso; implicó mucho más. En mi interior profundamente enterrado bajo un manto de invierno gris e impenetrable, se produjo una inusitada revolución que dio lugar a un resquebrajamiento de las frías y pertinaces capas de hielo que con el tiempo habían ido acumulándose hasta embotar mis sentidos. Comprendí que algo importante me estaba sucediendo, dejé a un lado todas mis asignaciones y comencé a dedicarme a ti. Y cuando por fin las ligaduras cedieron, pude ver los brotes tiernos de una primavera floreciente, e intuí en ti a la persona que eres; mucho más compleja, por supuesto, que una dócil e ingenua mujer bondadosa. Puesto que tu interior oculta de forma celosa y magistral riquezas que solo día a día y gota a gota se van abriendo a la perplejidad de mis ojos de hombre maravillado.

Comencé a citarme contigo a diario, siempre en el mismo lugar, que parece ser destino de tu preferencia; y sólo permaneciendo a tu lado aprendí a descubrir la multiplicidad de tu bello interior y empecé a comprender. Mis ojos se fueron abriendo con una nueva alegría que irradió por completó mi espíritu dañado y pude cerciorarme de como aquel primario: “Te quiero” se estancaba en la nada en tanto yo me iniciaba en un nuevo segmento del proceso, el cual, ante mi creciente asombro y deslumbramiento, se transmutaba en un: "Te amo." Y así fue. Me di cuenta de que el amor es la reacción consecuente que cada célula, partícula, átomo, de mi débil cuerpo de humano experimenta por ti y hacia ti. Así pues cada vez que hablaba contigo desebaba con más fervor tocarte, besarte, amarte, mientras suspiraba por ti, por tenerte a mi lado, y ser capaz de abrazar esas hermosas formas de tu cuerpo y tú… tú, seguías manteniéndote altiva en tu lugar.
Soñaba contigo despierto. ¿Cómo sería palparte? Sentir tu tacto, tu piel, ese cabello broncíneo, esos ojos grandes de mirada serena, esa boca de labios finos bien delimitados y esas manos delicadas con dedos largos y precisos. Pero sobre todo admiré la serenidad que destilaba tu semblante.
Así es cariño. Soñé con el día en que por fin estaríamos juntos contemplando las estrellas y solo entonces y tal vez, las respuestas a tantas preguntas que todavía asaltaban las entrañas y nuestros corazones, obtendrían su respuesta de una forma contundente.
Yo me diría:

“¿Es esta hermosa y correcta mujercita que se recuesta sobre mí y a quien acaricio con ternura, la mujer de mi vida?”

De las estrellas me llegaría una respuesta breve pero clara:

“Sí, lo es. Por descontado.”

Y cuando al tiempo tú te hicieras la misma pregunta obtendrías una respuesta similar.

Sólo entonces, y sin decirnos palabra, hablándonos con la mirada, nos aceptaríamos mediante un beso suave, dulce y concluyente, que sellaría nuestra unión por el resto de nuestras vidas.

Cariño queda una sola pregunta y una sola duda. ¿Por qué no viniste a reunirte conmigo el día en que me arrojé a las aguas para ir junto a ti? A veces me resultas un poco fría. Aunque lo sé. Las aguas del mar de Copenhague están heladas y yo casi perezco de hipotermia. Claro que a día de hoy comienzo a preguntarme: ¿Debo mostrarme agradecido a estos hombres por haberme salvado la vida? o ¿Hasta qué punto desean realmente ayudarme estos señores de las batas blancas? Sabes. Ellos dicen cosas malas. Injurias sobre ti que no me agradan en absoluto. A veces insinúan… que estás muerta y que tan sólo eres ¡una escultura!: ¡La sirenita de bronce de Copenhague! sostienen. Menuda locura, menuda desfachatez ¿verdad mi amor? Ja… Los dos sabemos que tú eres una sirena pero real como la vida misma.
Claro que amor, una última pregunta. No te enfadarás ¿verdad? Dime ¿Por qué nunca contestas a mis cartas? ¿Acaso ya no me amas? ¡Yo en cambio siempre te querré!

¡Mil besos! De tu amor:

Enrique López Mesa.

20 libros abiertos:

viernes, 6 de junio de 2008

9

Treblinka.

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AVISO.
AUNQUE HE PROCURADO SUPRIMIR DETALLES MORBOSOS, ESTE DOCUMENTO REFLEXIÓN PUEDE O PODRÍA RESULTAR ALGO DURO EN SU CONTENIDO. RUEGO ABSTENGANSE DE LEERLO LAS PERSONAS SENSIBLES O FÁCILMENTE ALTERABLES.
GRACIAS.

Hoy, a cierta hora de la mañana, de pronto un nombre se instala en mi cabeza: Treblinka. Abro Google busco y descubro que fue un campo de prisioneros, más adelante averiguo que fue más que eso; se trató de un campo de exterminio. Comienzo a leer un documento que refiere lo que fue aquel lugar. Tras encarar los primeros párrafos me detengo un instante –necesito hacerlo – trato de escribir una sola palabra, no lo consigo; me doy cuenta enseguida, no hay palabras para definir los horrores que van quedando impresos en mi mente; las imágenes desoladoras, crueles, infames. Pienso, trato de pensar en la humanidad, sin ser capaz de imaginar o tan siquiera abarcar la magnitud de las barbaries cometidas por nuestra gran y civilizada humanidad. Al fin y al cabo quienes lo hicieron fueron seres como yo y vosotros mismos…

Quiero aclarar algo; no hago esto como mero panfleto publicitario. No soy judío – y aunque lo fuera – según mis principios, nunca podría estar de acuerdo con el comportamiento y la política actual beligerante del gobierno que representa a un estado, supuestamente, sionista. Sólo leo, me limito a leer algo que fue una realidad espantosa y aplastante. Pienso en aquellos vagones atestados de gente inocente y los veo. Leo mientras los veo:

“Tres trenes llegaron en dos días, cada uno con tres, cuatro, cinco mil personas a bordo, todas de Varsovia... Así que llegaron tres trenes, y desde que la ofensiva contra Stalingrado estaba en su apogeo, los convoyes de judíos eran dejados a un lado de la estación de tren. Lo que es más, los vagones eran franceses, hechos de acero. Así que mientras cinco mil judíos llegaban a Treblinka, tres mil morían en los vagones. Tenían las muñecas cortadas, o simplemente estaban muertos. De los que bajaban del tren, la mitad estaban muertos y la otra mitad locos…”

No entiendo y apenas comprendo… ¿Cómo se puede y se pudo llegar a algo de una magnitud tan espeluznante? Trato de escribir, de racionalizar, pero las imágenes de lo que debió ser aquello me lo impiden… No, no puedo seguir. Escribir sobre esto me asquea y sobrepasa, es superior a mis fuerzas. Aún así sigo leyendo:

“Los apilábamos [en la rampa]. Miles de personas apiladas una encima de la otra en la rampa. Apiladas como madera. Además de esto, otros judíos, aún vivos, esperaban ahí durante dos días: las pequeñas cámaras de gas no podían dar a basto. Funcionaron día y noche durante aquel período.”

Voy a cerrar el documento, pues no hay debate en torno a esta horrible masacre, y comenzaré a vivir otro tiempo. ¿Otro tiempo? De pronto me doy cuenta, no es cerrar el documento y el debate lo que debe de hacerse sino abrirlo ¡abrirlo! para que toda la podredumbre que encierran las arcas de aquella matanza despida sus olores hediondos: “El hedor de los cuerpos en descomposición se podía oler hasta a diez kilómetros de distancia” e invadan hasta sofocar y quien sabe si tal vez alumbrar nuestros decrépitos y desorientados cerebros de una vez por todas. Pues dado el camino que llevamos caeremos, volveremos a hacerlo, nos revolcaremos de nuevo en nuestra propia vergüenza.

Como humanidad hemos batido todos los record posibles de degradación, como humanos hemos resultado ser un fracaso y estamos a punto de culminar nuestro ciclo acogotados por el mayor castigo de la fuerzas de la naturaleza que jamás hayamos experimentado y que nosotros mismos, mediante nuestra torpeza y enaltecimiento (proclamándonos siempre la raza superior), hemos desencadenado. Muchos seguimos siendo egoístas y nos vanagloriamos, no llegaremos a verlo, pero ¿qué hay de nuestros hijos, de nuestra descendencia, de nuestra simiente, de la carne de nuestra carne? Ellos sí sufrirán las penalidades. Prosigo leyendo, no puedo ya dejar de hacerlo…

“Los pasajeros del tren eran salvajemente sacados del convoy, separados por sexo se les ordenaba desnudarse a la llegada a los campos de concentración o de exterminio. En invierno, la temperatura comúnmente caía a menos - 4ºC. Las SS escogían a quienes irían a la enfermería. La técnica consistía en apresurar el proceso completo mientras golpeaban a todos los recién llegados…”

¿Cómo nos hemos entronizado? Qué clase de sitial hemos conquistado y quién… ¿¡quién nos lo ha concedido!? ¿Nos lo regaló nuestro omnipotente Dios occidental el Dios Alá del Islám o el Buda hindú? Nadie. Nadie nos ha adjudicado nunca jamás, nada. De hecho estamos solos en esto y como tal debemos pensar y actuar. En cuanto a todos aquellos que apelan a la responsabilidad mientras viven su doble vida, la doble moralidad, he conocido gente así; quienes por un lado leen la Biblia y por otro maltratan o castigan a los débiles niños en los colegios. Profesores autosuficientes que hacen de la doble moralidad su ley; así vivían los nazis. Por un lado eran terribles asesinos de niños, mujeres, ancianos, familias enteras, y por otro, padres modélicos. Yo me pregunto ¿cómo puede ser que el humano sea tan cínico y a la vez tan estúpidamente engreído, cuando a excepción de la tortuga el caracol y algunos insectos sin comparación, somos los seres más lentos y torpes que existen sobre la tierra? Sigo leyendo:

“En septiembre de 1942 se construyeron nuevas cámaras de gas. Podían liquidar a tres mil personas en dos horas. En 1965, después de un informe del Dr. Helmut Kraunsnick, director del Instituto para la Historia Contemporánea en Múnich, la Corte de Casación en Düsseldorf concluyó que el número de personas asesinadas en Treblinka ascendía al menos a 700.000. En 1969, la misma corte, después de tener nueva evidencia revelada en un informe por el experto Dr. Sheffler, elevó el número a 900.000. De acuerdo con los guardias alemanes y ucranianos que estaban estacionados en Treblinka, se cree que el número de víctimas estuvo entre 1.000.000 y 1.400.000…”

Estamos barajando cifras astronómicas 1.400.000 equivale a liquidar a una ciudad completa y respetable en cuanto al número de individuos… Estamos confirmando que algo desproporcionado, una masacre sin parangón, se cometió de forma premeditada en el día a día. La verdad, me horroriza solo pensar si hubiera tenido que ser uno de esos judíos que se encargaban de recoger a los muertos y limpiar los vagones, sabían que estaban muertos, dado que ellos mismos debían considerarse cadáveres andantes inmersos en una espantosa pesadilla o refriega que no le deseo ni al peor de mis enemigos. Hoy en día, de una forma u otra, casi todos tienen o tenemos enemigos. Pero una cosa es tener enemigos de una manera más o menos civilizada y estúpida, ya que no podemos ser mejores, y otra el asesinato bestial, irracional y discriminado que unos humanos llevaron a cabo contra otros hombres en su día de la forma más vergonzosa y rastrera… posible.

Hoy, aquí, en mi casa, sentado cómodamente mientras escribo, me resulta tan difícil de concebir. Por desgracia siempre he dicho que la realidad supera a la ficción; mis ojos se detienen llorosos en especial sobre un párrafo:

“Los hombres por un lado y las mujeres y los niños por el otro, debían desnudarse. Un camino vallado y camuflado, conocido como el “tubo”, llevaba del área de recepción a la entrada de la cámara de gas, situada en el área de exterminio. Las víctimas eran obligadas a pasar desnudas por este camino y entrar en las cámaras de gas, señalizadas falsamente como duchas. Una vez que las puertas de la cámara estaban selladas, un motor que se encontraba fuera del edificio bombeaba monóxido de carbono al interior, matando a todo el que estuviera dentro."

Cierro el documento. No hay más que añadir. Excepto algo en lo que hemos de seguir incidiendo aunque nos suene a tópico reiterado, pues por desgracia, la matanza étnica ya se ha producido de nuevo en algunas zonas del mundo:

“Por muy
DESAGRADABLE que RESULTE y por mucho que nos AVERGÜENCE, informarse de aquello que COMETIMOS Y SUCEDIÓ, ES FUNDAMENTAL. Para que nunca, JAMÁS, vuelva a ocurrir.”

José Fernández del Vallado. Josef. Junio 2008

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