jueves, 27 de marzo de 2008

15

Libertad...

Posted in I
Nos pusimos en marcha temprano. Tras meses sin vernos pasamos una noche inquieta y apenas cesamos de fornicar en la tienda ubicada sobre la pared. Pero ahora era preciso continuar…

Liang Xu era bella y salvaje. No podría permanecer mucho tiempo junto a ella sin fornicar o pelearme. Entre nosotros no existían límites. Quizá por eso el sistema nos buscaba sin tregua. Habíamos desafiado a lo establecido en un mundo que proclamaba: “Elige libremente lo que quieras.” Yo elegí luchar y ¿por eso ya no era libre? Algo sonaba a chamusquina. Algo no funcionaba. Todos se creían libres y estaban sujetos y vigilados. Nadie era libre. Todo estaba cercado y lleno de ojos.

Liang era adorable y salvaje. Los mejores instrumentos contra el sistema eran mi cizalla y ella. Nadie como ella.
Día tras día atravesábamos fronteras, cortábamos cercos y penetrábamos en mundos libres y prohibidos. Eso era el capitalismo. Un mundo libre y prohibido. Una paradoja.

Había millones de habitantes libres que, sujetos al sistema, proclamaban que el socialismo había sido fatal porque no permitía más que aspirar a tener una bicicleta. Ahora, en cambio, podías aspirar a tener cuantas quisieras, ya que como se rompían cada año, debías comprarte una nueva. No sabía diferenciar qué era mejor, si aspirar a la eterna bicicleta o a cien mil motocicletas de papel.
Nosotros no éramos políticos. Apenas sabíamos lo que eso quería decir; lo habíamos olvidado. Nosotros éramos “rompe cercos.”

Me fijé en la complexión de Liang Xu. Durante la escalada libre ella iba siempre delante. En las paredes no había cercos; por eso escalábamos, porque allí éramos libres y únicos. A la mayoría de la gente no le gustaba sentirse única. Preferían pertenecer a la masa. Actuar como la masa, y hablar como la masa.
Nosotros no hablábamos; actuábamos. Liang estiró sus brazos de chicle y se prendió de lo inaprensible. Necesitaba verlo para poder repetirlo. Yo era muy bueno escalando y ella, genial. Ahí radicaba la diferencia abismal. Quisieron atraparnos en el sistema; su sistema. Nosotros no hablábamos. Ni concedíamos entrevistas a programas imbéciles. Descubrieron que filmarnos les salía barato y lo hacían cuando les interesaba.
Los helicópteros nos molestaban, por eso huíamos siempre. Durante días o meses nos perdíamos el uno del otro.
Aquella había sido la última vez, pero nos habíamos reencontrado.
Liang realizó un giro de noventa grados sobre un saliente a más de trescientos metros del suelo. Había llovido y el mármol estaba resbaladizo; me costaba seguirla. Ella era una arácnida; la reina de las arañas.

II
Antes de vernos me atraparon. Las manos de la masa me sobaron por primera vez en años. Sentí repugnancia, miedo y lloré y vomité. No quería decírselo. No debía enterarse de que acudí a aquel programa y hablé… sobre ella. Les conté que ella no era como los demás. Era pura. Un genio dedicado a su vida en las paredes. Nadie podía follarla excepto yo, porque jamás lo consentiría (eso último, no lo dije).
Me ofrecieron dinero por atraparla. Oro. Nunca había visto el oro. Era amarillo y brillaba más que mil soles. ¡Me prometieron que si la atrapaba construirían un muro de oro donde podría vivir en libertad! Que no estaba bien ir de rascacielos en rascacielos, que comprendiera el significado de la palabra, prohibido.

III
¿Cómo hacerla bajar? Jamás la había visto en el suelo. Sólo yo bajaba. Y ella… se alimentaba de huevos de los nidos que encontraba y de insectos, aunque de vez en cuando aceptaba alguna manzana. ¿Cómo explicar que existía un muro de oro sólo para nosotros? No lo entendería, lo material para ella nunca había existido; ni siquiera tenía sentido. En cambio yo… lo descubrí cuando el niño me regaló la moneda y me explicó que con ella podría comprar. Desde entonces entraba en los supermercados con sigilo, nadie se fijaba. Descubrí el pan, la leche en tetra brik, la mermelada. Se lo llevé todo, y ella nunca quiso nada, lo dejaba caer con desprecio, excepto algunas manzanas y huevos.

Descubrí a la mujer pálida y con cabellos rojos en un callejón. Me insinuó que por treinta monedas... No supe qué decir. Estuve meses haciéndolo y me enamoré. Por vez primera perdí a Liang quien continuó merodeando en las cimas de los edificios más altos y fríos. Allá abajo, con Dress, me sabía arropado, hasta que se marchó y me dejó. Entonces me atraparon.

Ahora, hoy, me cuesta seguirla. Sé que estoy enfermo. Como sé que la he matado, a ella, a mi amor. Igual que Dress hizo conmigo. Y la quiero muchísimo. Ella es mi único amor. Siempre lo fue. Lo sé. Como sé que no existen los sueños con muros de oro. También ahora lo sé. Vivo en un mundo libre en el que está prohibido ser libre y donde la libertad está llena de cercos. Sólo aquí arriba somos libres. Sólo aquí, en el cielo, y cuando echemos a volar…

José Fernández del Vallado. Josef. 25 marzo 2008.

15 libros abiertos:

Volvés a regalarnos otro de tus preciosos cuentos, esta vez con el mensaje de la libertad... :)

Te dejo un beso!

Vivianne dijo...

Excelente, juegas con la realidad y la fantasía, provocas destellos hasta paranoicos, pero vamos es muy ingenioso, creativo, biem Josecito, nada mejor que leer tus relatos y dejarse llevar!!!

Leerte es un placer, me atrapas en tus palabras y me trasladas como flotando a lo largo del texto.
Resuenan algunas frases en mi cabeza

ahora lo sé. Vivo en un mundo libre en el que está prohibido ser libre y donde la libertad está llena de cercos.

Que tema la libertad..., quien no desea ser libre, pero a veces o la mayoría de las veces nosotros mismos nos ponemos las barreras.
Ahora mismo hay algo en lo que quiero ser libre, dejarme llevar, disfrutar, gozar, y perderme por un timpo sin que me pueda alcanzar la realidad. Pero estoy aquí, leyendote, soñando y aún no salgo corriendo a buscar eso que tanto deseo.

besos te seguiré leyendo
y mañana voy a buscar eso que tanto deseo, tus palabras me inspiraron luego te cuento como me fue jaja.

Mr. TAS dijo...

un placer volver a leerte!!

More dijo...

Amigo querido, me tienes embelesada leyendo tus historias. Me muevo entre la realidad, tu fantasía toda es la realidad... me veo haciendo ese viaje, volviendo a hacer ese viaje.
Con qué dulzura lo recuerdas.
Hay pasajes en los que siento una de esas buenas envidias y otros en que tus imágenes y tus descripciones me atrapan de tal forma, que pierdo el hilo narrativo.
Creo que estoy envejeciendo. Algunas otras veces se me han salido las lágrimas.
Un beso, amigo. Dios te bendiga!! Gracias!

Elentrompe dijo...

epale vale muy buen relato, es grato ver q tu lado humano se mantiene al margen para q puedas crear de esta manera, abrazos...

Mos dijo...

Entre la realidad y la fantasía has construido un relato inteligente y que te hace pensar.
Lo mejor, y el mensaje que deja este cuento, es la frase que dice "Vivo en un mundo libre en el que está prohibido ser libre...". Y así es, querido Josef. Es el mundo del capitalismo, del consumo, de las prisas, de lo productivo que genera riqueza. Libres hasta cierto punto. Siempre dentro del sistema y ¡Ay! si te quieres salir de él.
Me ha gustado tu relato. Repito, sirve para pensar si realmente somos libres. Me gusta el toque fantástico para denunciar una situación.
Un abrazo de Mos desde la ESFERA.
Si te animas, mándame un relato tuyo a mi e-mail personal y lo colgaré(con tu permiso) en la ESFERA. En todo caso, preferimos que no sea muy extenso para facilitar su lectura a los blogueros que nos visitan.
Un saludo desde Fuenla de Mos.

Prado dijo...

Resalto la manera en que has descrito a la mujer. Me parece justo, describirle como algo puro. De ella venimos, no? y lo impuro, nos viene luego.
Tienes una manera de relatar, de esas que me agradan. Te visito, prométome hacerlo.

Salúdote.

p.

Como ser libre entre muros de oro es algo complicado, la verdad. Me has hecho sumergirme en otro mundo, viajar. Gracias.

Es un precioso escrito acerca de la libertad, y una buena oportunidad para re pensar si realmente somos libres en este mundo.

Es un placer leerte de nuevo, por cierto, las crónicas de tu visita a chile me parecen hermosas, la realidad por si misma tiene su propio encanto.

Que tal?, me ha guatado mucho conocer tu realidad y tu fantasia, fue un placer leerte y gracias por tus visitas.
Muchos saludos

fgiucich dijo...

Un relato extraordinario. Sin desperdicios. Abrazos.

Gi dijo...

Bela a tua história. A liberade é aquilo que mais prezo nesta vida mas acabo por pensarque a única liberdade que temos , na realidade, é de pensar, de sonhar !

Gostei, como sempre.

Tenho estado a organizar algumas coisas e com o blogue encerrado, fiz uma pequena pausa mas só pro uns dias.

Um beijo para ti amigo

Isla... dijo...

Hola
Es la primera vez en tu blog, de paso gracias por visitar el mio.
Lei tu primera linea, titulo del blog, y creo en lo mismo, un libro es un amigo, es un corazón o una mente abierta dispuesta a entregarte su verdad.

Hot Woman dijo...

Qué lindo cuento, me encantó de principio a fin.
Un beso

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