martes, 15 de mayo de 2007

2

Nadaria.








Recorrí mi presente
y en segundos accesorios
se transfiguró
en pasado sin recuerdos.
Y qué de la añoranza
cuando la memoria
es olvido.

Me esforcé en presentirlo
atravesando apogeos
de consecuencias
ilusorias.
Busqué su aroma
en aquella estancia extraviada,
tras el fragor
de una tramontana.

Y su perfil sin fisuras
su desliz puro y llano
su carisma profundo,
largo, miriápodo, versátil,
galanteó en mis secuelas de alivio.
Y lo entendí.

Donde hubo amor núbil
jamás podrá excluirse
consumación de substancia.

Volví la vista allí;
al más allá de un allá
colindante y ponderado.
Abrí la boca, aplaudí;
gemí, grité, aullé, ladré…

Hacía calma en Nadaria.
Frío, recuerdos errantes.
“Sus ojos…”
Brisa cálida, sutil, aleatoria.
“Sus palabras…”
Muerte imperfecta, vencida.
“Sus actos…”
Calor, hogar de acogida
“Su estirpe…”
sin dudar envolvería
“Su valentía…”
cualquier olvido en su génesis,
“Su vida…”
con su amor, mi amor
y el de ambos…




José Fernández del Vallado. Josef. 15 de Mayo.


A mi hermano. Vive donde yo sé…












2 libros abiertos:

Es un poema maravilloso que emociona hasta al más duro. Gracias por escribirlo. Magda

Anónimo dijo...

Los recuerdos viven con las letras, se puede resumir una vida entera y la grandeza de sus sentimientos.
Es muy emotivo.

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