miércoles, 26 de septiembre de 2007

22

ALCOHOL...

No sabes cuándo ni como comenzaste la andadura, sencillamente lo hiciste.
La tarde es frágil; hay un cielo rojo como de sangre, de tintes perturbadores y escurridizos. Persigues algo, pero todavía no sabes bien el qué. Qué es lo que se te está o estará escapando...

La avenida marítima es amplia, recién construida, interminable. Podrías marchar por ella cien mil atardeceres sobre su adusto empedrado sin desfallecer.

Empiezas a beber. Primero es sólo una cerveza. Luego, cual errático saltamontes en fuga, asaltas otro local. Tu garganta necesita de algo más fuerte, algo que te haga olvidar. ¿Pero qué? Ni siquiera lo sabes. Sin embargo está la ansiedad, esa amargura que desmenuza tu cerebro y lentamente lo convierte en finas virutas de leña. A veces te desesperas y das otro trago, pero es igual, mires donde mires estás solo, eternamente abandonado.

Más tarde, con las primeras sombras de la noche, tu gusto se ensaña en el empalago del licor; entonces dejas de ser un hombre te arrastras por locales innombrables y comienzas a hablar. A veces encuentras gente que te replica. Te da igual. No sabes con quién parloteas aunque tampoco interesa, solo son semblantes sin trazos que mascullan impertinencias ¡Impertinencias! De repente te escurres entre densos flujos de gente y ya eres sólo una alimaña que babea y busca euforia, poder y tal vez un poco de… ¿sexo? No. El sexo ni siquiera es prioritario, pides más de beber y sigues buscando aquello... eso que se te escapa…

Sales de un local profiriendo alaridos, arrancas hacia la playa y enfebrecido te adentras en el mar y consientes que las olas golpeen tu semblante acalorado.

Al cabo de un rato, más sereno, pero también descentrado por el baño de agua fría, regresas a la avenida. Y al volverla a mirar con detenimiento ya no encuentras la luz que la iluminó, y ni siquiera descubres una fibra de alegría y animación. Ya no hay calor ni candor, sino sólo una capa de oscuridad tan fría como un invierno polar, o como un corazón solitario.

Hirientes escalofríos se apoderan de tu organismo. Cruzas los brazos sobre tu pecho y tiritando, desandas el recorrido y regresas al hotel, a una distante e impersonal habitación. Sin cuadros, sin recuerdos. Porque no hay recuerdos en tu vida. Y... ¿donde está tu vida? ¿En qué momento la dejaste? ¿En qué lugar comenzaste a perderla?

Retorcido sobre el water, vomitas. Duermes o tratas de hacerlo sitiado por pesadillas entrelazadas. Sudas, murmuras, mascullas, y balbuceas vocablos extraños.

Y el amanecer… Alcanzas otro amanecer. ¿O ya es medio día? Golpes en la puerta. No te has desvestido y tampoco te afeitas. Sales al sol y expuesto a su calor tu organismo se retuerce como el de un gusano dolorido. Tus manos tiemblan, tu corazón teme lo que no recuerdas haber hecho ni dicho el día anterior. Pero… ¿y el anterior del anterior? Nada importa ya. ¡Hoy será diferente! Lo sabes. Lo presientes...

De repente te sientes mal y lo sientes de nuevo; y no sabes bien el qué. ¡Qué es lo que se te está o estará escapando!

Te sientas en un bar; pides una cerveza…


José Fernández del Vallado. Josef. 2007.

22 libros abiertos:

LA Gaby dijo...

Excelente relato.

Gracias por haber pasado por mi blog, estaré por aquí a menudo...

Un abrazo desde lejos,

Vivianne dijo...

Es deprimente ese estado, es muy bajo, no reconocer, no recordar, vaciar la botella y sólo pensar en beber, nada queda, detallas a la perfección, el desastre de un perdido, de un enfermo sin rumbo,excelente Josecito!!!!

...debe ser incontrolable... es triste que líquido miserable te gobierne la vida.

Excelente relato.

Saluditos!

Bexza dijo...

HOLA MUCHO GUSTO EN VISITARTE... GRACIAS POR TU VISITA Y TU COMENTARIO EN MI BLOG, ALLA SERAS SIEMPRE BIENVENIDO...

ME VOY SEGUIRE POR ACA LEYENDOTE...

Laura dijo...

Creo que todas las enfermedades son los intereses que se pagan por lo placeres. Y la enfermedad del alcohol tiene un precio excesivo. Me gusto como lo describiste. La caida al infierno por la puerta de los 42ª.

Un saludo y nos vemos.

¿Dirás lo que te gusta cocinar?

NancyQ dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
NancyQ dijo...

Que tristeza cuando eres dependiente asi.
Muchas gracias por pasar por mi sitio, aca me veras seguido.
Saludos!

Anónimo dijo...

Te visito desde http://desdoblamientointelectual.blogia.com

Es la primera vez que lo hago me gusto mucho tu blog espero no perder contacto..

Suerte en todo!!!

cuando el que gobierna nuestro ser es algo externo...resulta triste...

Baby dijo...

Gracias por haber pasado por mi blog, he dado un vistazo al tuyo y me gustan los relatos.
Te visitaré mas veces. Un saludo.

gracias por tu visita. Las mañanas de resaca son de culpabilidad y tristeza, no las quiero.
Un abrazo y nos seguiremos leyendo.
¿Qué es eso de concursos literarios?
Ya me contarás.

Unknown dijo...

y supongo que vuelta a empezar... Gracias por tu visita, amigo. Un abrazo,
V.

Nostalgia dijo...

uf, que bueno escribes!
la verdad, he sido testigo muchas veces de las penas por el alcohol....
y a tocar la campana se ha dicho que aqui llegue yo a visitar :-)
buen post ♥

wowoww excelente escrito, pensè q era el diario de un borracho¡¡¡¡niño thanks x tu visita aqui andarè
besoos

SoF - SkEu dijo...

Me encantò el relato, y la visiòn que muestras sobre una beida universal...interesante...
Saludos =)

Unknown dijo...

Excelente relato..!! Gracias por pasar por mi casa!! Eres super bienvenido!!

Marsu dijo...

hola José... vengo a devolverte tu apreciada visita.... Y a conocerte..

Angélica dijo...

Hola, vine a devolverte la visita y agradecértela también.

El Alcohol... hum... lamentablemente es como una droga, que va atrapando a las mentes débiles. Tu relato es exactamente como debe ser entrar en el alcoholismo, pero yo creo que para que eso suceda, algo debe haber que nos hace querer olvidar. Lo digo porque más de una vez intenté olvidar penas de amor a través del alcohol.

A propósito... pasé a ver el blog esotérico pero no pude ver nada (¿o estaba entre líneas y yo no lo entendí?).

Saludos primaverales... el otoño también es bello no?

almassueltas dijo...

Es una enfermedad triste para toda la familia y para la sociedad pero una realidad ...
El problema es cuando se pierde el control...

DANI dijo...

Me temo que esta historia la hemos vivido más de uno y en más de una ocasión.

Un abrazo reformado

Colores dijo...

Me encantó tu relato! Miles de imágenes se apoderan de mí al leerlo...
Recibí en una ocasión un comentario tuyo, gracias por tu visita... Pasaré seguido por el tuyo.
Saludos!!

Tremendo texto, me da escalofríos el pensar a dónde puede terminar una persona. Muy bueno Josef. Creo que ya te lo había leído, ya sabes que soy memoriosa, jajajaja. Un besote. Magda

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